domingo, 24 de marzo de 2013

Arquitectura para el fin del mundo




Cuando muera, quiero ser enterrado en medio del bosque…así,  podré renacer en hojas verde tierno, en frutas que divisan desde arboles altísimos el mar azul…enredaderas que ahora se deslizan furtivamente entre  las ramas de los árboles, las piedras, los ríos…En manantiales de agua cristalina que acarician las piedras y que con su risa alegre saludan a los pájaros multicolores. Quiero tambiénrenacer en las primeras lluvias de Mayo, que cuales lágrimas de felicidad, inundan de esperanza los campos verdeazulados  y los caminos polvorientos


 La sociedad nos enseña a pensar de forma lineal, un principio y un fin. Sin embargo la vida tiene un comportamiento más bien cuántico. Económicamente se nos enseña a pensar en escases. La plata no alcanza es probablemente una de las frases más populares en estos días. El temor a un colapso económico mantiene en vilo a la humanidad y parece acechar cual sombra maligna la tranquilidad de todos.  Los medios de comunicación por su parte, se inundan de debates sobre las posibles soluciones y acciones a tomar para salvar a la humanidad de semejante desfalco económico. Sin embargo, ¿Qué ha provocado esta crisis y como afecta esta, la forma en que hemos venido  haciendo arquitectura en Costa Rica?
Probablemente una de las sociedades más sostenibles fue la de nuestros abuelos.  No existían tarjetas de crédito, ni hipotecas, toda compra se hacía al contado y para esto existían un tiempo previo ahorro. Si no había dinero para comprar algo simplemente se esperaba hasta tenerlo. Desde el punto de vista constructivo, se usaban los materiales que se tenían a la mano. Madera, piedra, barro estaban a la orden del día. Las soluciones climáticas eran simples pero efectivas. Dobles alturas, petatillos, ventanas dispuestas estratégicamente para ventilar e iluminar naturalmente. Uso de vegetación, en su mayoría nativa extraída de las montañas cercanas, agregaban no solo belleza sino confort al reducir las temperaturas y detener las ráfagas de viento y polvo.
La mayoría de estos materiales se extraían de forma manual consumiendo un nivel muy bajo de energía durante el proceso y su degradación no implicaba grandes lapsos de tiempo.

Pero que paso?
 Una pequeña reseña histórica.

Durante muchos años la arquitectura fue más bien una disciplina para un grupo reducido de personas que tenían la capacidad económica para  pagarla. La mayoría de edificaciones representativas diseñadas y construidas durante el siglo XX fueron institucionales, religiosas o bien pertenecientes a la clase pudiente de nuestro país. Sin embargo durante los años 90, el mundo puso la vista en nuestro Costa Rica,esto en gran medida debido a la obtención del premio Nobel de la Paz. Costa Rica se convirtió entonces en un destino muy atractivo para los inversionistas que rehuían las ya cada vez más desarrolladas y saturadas playas mexicanas como Cancún y Acapulco. Costa Rica ofrecía un ambiente políticamente estable, playas hermosas y gente amigable.

 A partir de aquí, se desencadeno una ola de desarrollo cuyo principal eje conductor era la inversión de grandes cantidades de dinero en obras inmensas, donde el derroche y los excesos estaban a la orden del día. Sin embargo, todos estaban demasiado ocupados pasándola bien  y nadie siquiera se imaginaba que todo este derroche podía llegar a su fin. Fue así como la crisis tomo a todo el mundo de sorpresa. Muchos perdieron sus trabajos y muchas empresas se fueron a la quiebra, afectando profundamente la economía del país.  
Durante una crisis dos de los sectores que se ven más afectados son el turismo y la construcción. La gente no viaja ni construye ya que prefiere retener el capital para satisfacer necesidades inmediatas como la compra de alimentos, el pago de recibos o simplemente para tener un fondo en caso de emergencia.  Fue así como la forma de venir haciendo arquitectura dio un giro y genero una encrucijada, un cambio de paradigma y aquellos que venían a invertir sus dinero ahora pensaban las cosas dos veces tratando de aprovechar al máximo el espacio, evitando el desperdicio.
Se dice que él que  logra adaptarse al cambio es el que sobrevive, sin embargo, muchos están todavía a la espera que alguien  venga a salvarnos.

Estrategias para el cambio

El primer paso para adaptarse es un cambio de actitud. La sobriedad y  un adecuado planeamiento a la hora de construir son fundamentales para reducir el desperdicio y por ende ahorrar energía y dinero. La sostenibilidad en arquitectura no implica solamente usar materiales amigables con el ambiente o ventilación e iluminación natural si no que existe también la sostenibilidad económica, la cual se logra usando de manera racional los recursos disponibles y por consiguiente asegurando la disponibilidad de los mismos a futuro. Por ejemplo algunas variables importantes a la hora de construir que propician el ahorro son:
-Pensar en espacios más pequeños pero diseñados adecuadamente es un factor vital para evitar el desperdicio.
-Evaluar la posibilidad de reutilizar materiales. Algunos materiales que consideramos basura podrían ser usados en nuestra construcción reduciendo los costos, como tarimas, contenedores, llantas, botellas entre otros.
-Simplicidad. Reza una frase que si es difícil de dibujar es difícil de construir. Diseños demasiado complicados propician el desperdicio si no se piensa en los materiales usados desde su conceptualización. La mayoría de materiales disponibles en el mercado están pensados para seguir un patrón ortogonal, así que si nos ponemos muy orgánicos es posible que terminemos con una montaña de desperdicios en nuestra obra. 

Lo orgánico no necesariamente es sostenible.

-Sembrar: Podemos vivir sin automóviles, sin celulares sin tecnología…pero nadie puede vivir sin comer. Destinar espacios para sembrar debe ser una variable obligatoria a la hora de diseñar. Actualmente la horticultura es la segunda práctica más popular en el mundo e  incluso en grandes ciudades, la gente siembra en las azoteas y las ventanas de los edificios.
Sembrar vegetales, hierbas y plantas medicinales no solamente nos va a reducir la cuenta del supermercado y de la farmacia, sino que va a mejorar la calidad del espacio que habitamos y hacerlo más agradable. Según un estudio de la NASA existen tipos de plantas, las cuales son perfectamente accesibles, que ayudan a purificar el aire de un espacio eliminando componentes tóxicos como los formaldehidos. Algunas de ellas son  la lengua de suegra, la millonaria y la palma amarilla, plantas que se encuentran en cualquier charral de nuestro país.
El primer paso para enfrentar un cambio de paradigma como el que vivimos en este momento, es detenernos y reflexionar. Piense  que muchas de las cosas que usted posee en este momento, no son indispensables y que perfectamente podría vivir sin ellas. Cambiar de actitud implica ser conscientes de que en este momento, millones de personas en el mundo no tiene donde vivir ni que comer. El ahorro y la sobriedad a la hora de construir no es solo bueno para nosotros mismos, es respeto por nuestro frágil planeta, por la humanidad y por los que vienen.

Así que si se viene el fin el mundo, que no lo tome por sorpresa otra vez…
Camine más, siembre más, viva más!

No hay comentarios:

Publicar un comentario