martes, 27 de septiembre de 2011

Arquitectura y Demencia

Arquitectura y Demencia
¿Pueden los espacios que habitamos volvernos locos?
Por Batsu Arquitectura

 Me sentía deprimido con frecuencia, nunca sentía ganas de volver a casa porque mi habitación, ubicada justo a la par de un talud, me hacía sentir enfermo.    Constantemente tenía alergias y bastaba con estar unos minutos ahí dentro para empezar a sentirme mal. Mi espacio de trabajo en un centro de llamadas era peor. Pasaba todo el día en un cubículo pintado de color café e iluminado por inmensas lámparas incandescentes. He llegado a odiar ese color, solo verlo me produce stress. Hago todo lo posible para llegar a la casa solo a dormir y a menudo me emborracho para dormirme más profundamente. Sin embargo, en la mañana me levanto sintiéndome peor.  Me pregunto que tienen esos lugares que me hace sentir tan mal”

 ¿Alguna vez  ha evaluado con cuidado su espacio personal? ¿Qué características tiene con respecto a forma, color, iluminación? ¿Siente deseo de estar ahí o más bien lo evito a toda costa y solo llega ahí cuando es estrictamente necesario? ¿Me hace sentir enfermo y cuando me despierto en la mañana me siento cansado y deprimido?
  La causa de esto podría estar en la energía que intercambiamos con el mismo.  El ser humano por naturaleza tiende a modificar el espacio que lo rodea y cada uno lo hace l de acuerdo a su personalidad. Por ejemplo: Personas extrovertidas integran colores y texturas dinámicas a sus espacios, mientras personas más introvertidas buscan colores oscuros o neutros. Un lugar donde se niega la luz refleja personalidades evasivas al contacto social y conductas depresivas y por otro lado, personalidades que integran mucha luz a sus espacios personales, reflejan alegría, o seguridad y deseo de socialización.

Pero, ¿qué tan importante es el espacio que creamos a nuestro alrededor? ¿Podemos ser indiferentes y obviarlo? ¿Pueden las características del espacio que habitamos determinar nuestro comportamiento?

 Analicemos lo que dice Marcel Merleau Ponty:

  Merleau-Ponty señala que el espacio en un mundo post-euclidiano no constituye una red de relaciones entre objetos, no es una escena que se contempla como a través de un geómetra a lo lejos, sino que el espacio parte de mí como un punto cero de espacialidad. No existe un mundo delante de mí, sino que me rodea y vivo en él y por tanto formo parte de él. Lo vivo desde dentro y estoy inmerso en él. Soy parte de la carne del mundo en la que todo está entremezclado. El mundo está hecho de la misma sustancia que el cuerpo. El cuerpo humano no termina con una capa de organismo humano (con la piel, por ejemplo). Se expande en el espacio. No se extiende solamente hasta dónde puedo tocar las cosas, sino también hasta dónde puedo verlas.Marcel Merleau Ponty. La estructura del comportamiento.1942

  Nos movemos  a través del espacio construido continuamente. A nivel sensorial inmediato este determina la forma en que nos desplazamos, sin embargo, esta percepción va mucho más allá de la vista, el olfato y demás.  Los elementos dispuestos en dicho espacio se repelen o se atraen dependiendo de sus características físicas. A menudo experimentamos esa sensación de aceptación o rechazo hacia lugares en particular.





La causa de esto puede radicar en que fuerzas invisibles que componen dicho espacio y que son solo perceptibles a nivel inconsciente, nos afectan. Navarro Baldweg, reconocido Arquitecto español se refiere a este fenómeno de la siguiente forma:

Más allá de hacer alusión a un espacio existente entre las cosas y las personas, se refiere a las uniones que las vinculan, como los efectos de la gravedad o los matices provocados por la luz, lo que podría imaginarse como hilos invisibles que las unen y que nos conducen de buena gana por caminos poco sospechados, que forman parte tanto de la naturaleza de las cosas como de la naturaleza humana, lo cual “…hasta llegue a modificar, la noción misma de objeto en cuanto algo limitado, redefiniéndolo en una geometría de intersecciones, fugas e interposiciones.” (Navarro, 1999, p. 37).

  De esta forma  Baldweg pone de manifiesto la presencia de estos elementos conductores en el espacio, sólidos y vacíos cuyas relaciones determinan nuestro comportamiento en el mismo. Como las fuerzas invisibles en los imanes, estos elementos que integramos a nuestra Arquitectura tienen implicación en nuestra mente.     
Por otro lado,  los seres humanos funcionamos con electricidad, nos solo a nivel interno sino externo, necesitamos intercambiar energía con el entorno de manera saludable y fluida, de otra forma, si este se ve interrumpido, puede afectarme no solo física sino sicológicamente. El exceso en el uso de ciertos materiales constructivos como el concreto con refuerzo de acero, o el metal mismo pueden producir un bloqueo llamado efecto caja Faraday. Este efecto rechaza las ondas electromagnéticas e interrumpe el intercambio energético nuestro con el medio.

  Sin embargo, algunos teóricos alegan actualmente que el efecto caja Faraday más bien podría a llegar a ser beneficioso, ya que las crecientes tormentas solares producen radiación que podría ser perjudicial para nosotros. En este sentido, la creación de Bunkers electromagnéticos sería más bien una variable a considerar.
 

 
 
 
 


Características del espacio y su efecto en nosotros

1.    Los colores. Ejemplo: Colores tierra (Tonalidades de café, verde, celeste y terracota)  determina personalidades muy conectadas a la naturaleza. Personalidades altamente sensitivas y con mucha inclinación artística. Los colores no solo se perciben a nivel visual si no que las longitudes de onda son también perceptibles a nivel de la piel. Se ha demostrado que los ciegos pueden aprender a identificar colores con solo tocarlos. En este sentido, los colores que componen los espacios que habitamos nos afectan incluso cuando estamos dormidos. Colores como el naranja provocan ansiedad, por esto las compañías de comidas rápidas lo utilizan mucho. En los restaurantes también se usan comúnmente manteles naranja porque despiertan el apetito. El celeste y el verde claro son calmantes, ideales para el dormitorio de un adulto. Los colores como el azul oscuro cuando usados en las paredes, acercan el espacio y lo estrechan. Por otro lado un blanco crema amplia perceptualmente espacios muy pequeños. Se ha descubierto que personas pueden asociar dolencias con colores en lo que se conoce en sicología como EPT(estrés post traumático) de forma que al ver ese color de nuevo, se siente malestar. Por ejemplo una persona que estuvo muy enferma en cuarto color amarillo, experimentara malestar cada vez que vea ese color.
2.    La luz. Según Daniel Goleman en su libro” La inteligencia emocional”, personas con tendencia a deprimirse a menudo buscan cosas y situaciones que los deprimen aún más. Como canciones tristes, rehúsan salir y socializar y además modifican su espacio personal de acuerdo a esta condición anímica. Niegan la entrada de la luz natural e integran colores neutros a su espacio (negros, grises), muchas veces esto se refleja incluso en la ropa. Por instinto asociamos la luz con vida, es símbolo de actividad, de bienestar y alegría. La falta de luz  u oscuridad se asocia con muerte, decaimiento y tristeza. Según Goleman, es importante, cuando se cae en depresiones, buscar colores dinámicos, espacios con mucha luz y ventilación natural, además de la versatilidad de los componentes de dicho espacio. Esto último quiere decir la capacidad de cambiar la estructura espacial, por ejemplo paredes que se despliegan o se mueven logrando espacios más integrados si me siento más social, o espacios más cerrados si quiero más privacidad.
3.    Las fragancias. Tienen gran influencia en como percibimos, aceptamos o rechazamos las cosas. Se ha comprobado que espacios con malos olores, como los dormitorios propician las pesadillas y por otro lado aromas agradables ayudan a conciliar el sueño y tener sueños placenteros. En este sentido, un espacio mal ventilado y mal  iluminado que propicia el crecimiento de moho y hongos podría ser el culpable de esas noches de tortura.

De acuerdo a investigaciones realizadas, el 80% de los hombres y el 90% de las mujeres han experimentado fuertes emociones disparadas simplemente por la evocación de un olor. Un aroma característico percibido al contemplar una imagen ayuda a fijarla en el cerebro de tal forma que al verla de nuevo se percibe la emoción causada por el olor.
   Además,  científicos del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel concluyeron que, incluso en los adultos, la primera vez que se aprecia un aroma, éste deja una huella profunda en nuestros cerebros asociada con el objeto que destila la esencia. La fortaleza de estas huellas iniciales es idéntica para los buenos y los malos aromas poniendo en funcionamiento concertado el hipocampo y la amígdala para hacer “especial” este primer encuentro con una aroma. El aroma de esta forma se puede convertir en un excelente aliado dela arquitectura, produciendo emociones a través de la fragancias de plantas y árboles dispuestos de forma estratégica.




Más allá de la percepción inmediata

Vista, oído, olfato, gusto y tacto son las herramientas de las que dependemos para percibir el mundo. Pero algunas personas alegan poder percibir las cosas que están fuera del alcance de los sentidos convencionales a través de otro canal para el cual no hay explicación anatómica ni neurológica. Los investigadores científicos llaman a estas habilidades Percepción extrasensorial (PES). Muchas personas se refieren a ellas como el sexto sentido. ¿Pero, qué relación tiene esto con los espacios que habitamos?

  Investigaciones realizadas por científicos en relación a este tópico han demostrado que existen fuerzas invisibles que emanan de nuestros cuerpos y son detectadas por partes de nuestro cerebro incluso cuando no hay conexión visual. Los presentimientos, el sentimiento de ser observado y las emociones podrían ser percibidas a un nivel extrasensorial sin necesidad de estar viendo las expresiones faciales.
  Pero esta red de energías que intercambiamos con los demás y con el entorno, podría ser bloqueada o potenciada, como ya mencionamos anteriormente, por el uso inapropiado de ciertos materiales o por las formas mismas y su disposición en el espacio. La inseguridad junto con la necesidad de durabilidad en los materiales constructivos provoca que la gente cada vez más  convierta sus viviendas en bunkers de concreto y metal.


 Al ser humano le gusta el cambio y la diversidad. Esto hace la vida más interesante. La expectativa que genera la novedad es algo que incluso se puede volver adictivo(los adictos a las compras, por ejemplo). En este sentido, ¿No debería la Arquitectura generar innovación e incluso ser lo suficientemente versátil en sus componentes para modificar el espacio de acuerdo a mi personalidad, o incluso a mi humor? Los tugurios son un claro ejemplo de cómo la gente acondiciona el espacio para satisfacer sus necesidades inmediatas de cobijo sin preocuparse por lo estético. Si me molesta el sol en la mañana simplemente arranco un pedazo de pared y lo coloco en el sitio adecuado. Sin embargo para muchos, los tugurios son simplemente un problema, cuando en realidad constituyen verdaderos laboratorios para entender las relaciones más básicas del ser humano con el entorno.

 Jhon Turner, teórico ingles que realizo investigaciones en los asentamientos espontáneos chilenos menciona:
“Lo que una persona percibe como problema es la solución al problema de otra. “John Turner (1988:13)2

 Pero, ¿qué hace que los espacios sean más o menos amigables con el usuario, más allá de la ventilación e iluminación natural? La respuesta puede estar en la energía que emanan. Nuestro cerebro funciona con electricidad, podemos sentir la energía o vibración de otra persona, expresiones como, esa persona me da mala o buena vibra son comunes. Existe lo que se conoce como morfología de campo, esta teoría pretende explicar por qué somos capaces de percibir estas emanaciones de la misma forma que los imanes tienen la capacidad de atraerse o repelerse como antes mencionamos. En este sentido, captamos energías más allá de los 5 sentidos básicos, y estas energías son perfectamente perceptibles a través de una red de conexiones cerebrales ubicadas en la parte trasera del cerebro conocido como corteza visual y seis estructuras ubicadas en la parte superior del mismo. Asimismo, experimentos realizados en Holanda en personas ciegas han demostrado que estas pueden detectar emociones más allá del sentido de la vista, como alegría, enojo y tristeza. Por otro lado, el  afamado Neurólogo ingles Oliver Sacks en su charla “Lo que las alucinaciones revelan a nuestra mente”, menciona como las personas con discapacidad visual pueden crear imágenes perfectamente visibles a través del cerebro.

 Asimismo otros experimentos realizados han demostrado que dos personas en habitaciones separadas por 7 metros, completamente aisladas pueden percibir actividad cerebral una de la otra. De esta forma, se hace más evidente que estamos en constante conexión con el entorno y nuestros congéneres creando una gran red de comunicación más allá de los sentidos convencionales.

 Por otro lado,  disciplinas como la radiestesia hablan de grillas con puntos de energía positiva o negativa, donde la ubicación estratégica de los diferentes componentes espaciales en la misma puede determinar incluso la aparición de enfermedades como cáncer y demás. Los chinos se refieren a la energía como el Chi, donde un adecuado flujo es determinado por una adecuada disposición espacial además de la correcta ubicación de elementos complementario como muebles. Una cuestión interesante con respecto a esto es que las casa embrujadas en China, generalmente fueron diseñadas ignorando el Feng Shui, lo que supuestamente provoca estancamiento de energías negativas.




Podemos curar con Arquitectura?

A raíz de estos planteamientos, es plausible que los espacios que habitamos sean en buena parte culpables de nuestras depresiones, desordenes de comportamiento e ineficiencia laboral. Pero además, ¿podríamos darle vuelta a la moneda y usar la arquitectura para curar? Un artículo del periódico costarricense “La Nación”, a propósito de la construcción de un nuevo hospital en España menciona:
 “La arquitectura terapéutica está concebida como la unión entre el arte y la técnica, y ha de ser capaz de provocar en el paciente un sentimiento de bienestar y calidez mediante recursos estéticos, pero sin olvidar algo tan importante para un hospital como la funcionalidad. Antes, recuerda Alfonso Casares, los hospitales estaban diseñados desde una perspectiva "más académica e intelectual". El hospital, afirma, era un edificio al que el ´paciente iba a sufrir. Y eso ha cambiado´. Ahora, la arquitectura debe contemplar también la mejor forma de crear sinergias y aprovechar lo máximo posible los recursos técnicos”. La Nación, 07 06 2010
En este sentido, la Arquitectura puede convertirse en un aliado de la medicina, al integrar espacios más humanos, propiciando el encuentro y la socialización. El estudio Noruego de Arquitectura,  Hennin Larsen Architects ha diseñado un hospital en el cual, la configuración espacial hace casi obligatorio el tener que encontrarse con alguien o incluso tener contacto visual con la gente. Esto a través de la integración de niveles y balcones desde los cuales se pueden visualizar los otros espacios.  Además, los diseñadores han implementado amplias áreas de estar, donde según los usuarios “uno se olvida que está enfermo”.
  No solo los hospitales, pero  nuestros lugares de trabajo, nuestras casas se han convertidos en lugares de sufrimiento. Desarrollos habitacionales por doquier se han vuelto productos en serie donde todas las viviendas son iguales y donde se restringen las modificaciones. Las nuevas formas de vida sedentarias, potenciadas por el boom tecnológico que hace más entretenido quedarse en casa en lugar de salir a caminar o visitar al vecino, hace que nuestros espacios personales tengas más influencia en nosotros.  La gente se vuelve más asocial, buscando cada vez más aislarse de los demás, esto a largo o corto plazo provoca desordenes de comportamiento como fobia social o dificultad para relacionarse, lo que eventualmente desemboca en conflictos interpersonales o laborales.
 
  Deténgase y evalué sus espacios personales y como le hacen sentir. El agregar elementos como vegetación, seleccionar cuidadosamente los colores y texturas que usamos puede hacer que se vuelva mucho más amigable y no una tortura. Piense en el tipo de actividad que va realizar en cada lugar. Además, al construir minimice el uso de concreto y metal y opte por materiales más livianos que le permitan al edificio “respirar” energéticamente. Notara la diferencia inmediatamente. Opte por grandes aberturas, que le permitan integrar el afuera al adentro y eliminar la sensación de bunker o encierro. Y sobre todo, abra su mente a nuevas alternativas de materiales para construcción. Materiales como bahareque, tapial, paja, cob, bambú, madera certificada y bolsas de tierra son alternativas mucho más amigables al usuario y el ambiente. Evalué sus prioridades y sobre todo cuando vaya a construir o acondicionar un lugar para determinada actividad, busque ayuda profesional. Esto le puede ahorrar molestias e incluso le puede ayudar a incrementar la eficiencia laboral.
  Y sobre todo recuerde que existió una época en que se construía con lo que se tenía a mano, y donde no existía la electricidad ni la ola de artefactos electrónicos que nos rodea actualmente. Piense que vivir de manera más simple, no solo es más económico y amigable con  el ambiente, sino más saludable para su cerebro.

  Piense diferente, cumpla sus sueños y viva en armonía con la naturaleza!!


Documentales recomendados:

1.    Two films on healing architecture

2.    Uncompromising Ecological Architecture

Lecturas recomendadas:

3.    Pueblos, drogas y serpientes.

4.    Limites en la Arquitectura
http://es.scribd.com/doc/37077881/Limites-en-La-Arquitectura#fullscreen:on


Batsu Arquitectura. Todos los derechos reservados.
Documento redactado por Eduardo Valverde

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